Yo sé quién es esa chica. La veo
igual que la vi en la foto del premio mientras Mariela lloraba encerrada en su
habitación por no verse ella en aquella imagen. Ni siquiera nos enteramos del
fallo hasta entonces. Y aunque después la rompiera en pedazos y ella la odie
desde entonces en el anonimato, la reconocí igualmente.
La veo cansada, dormida, a las
ocho. Baja del autobús y a veces se queda un poco parada antes de entrar en el
edificio. Sonríe aunque todavía sea de noche.
La veo ajada en época de exámenes,
con la espalda cargada y el pelo sucio, y aún con todo, sonríe. Y aún saluda
antes de pasar a esas seis horas de tortura.
Desde detrás de mi ventanilla una
vez la vi entrar al baño acopamñada de un chico. Días después pasó llorando
aferrada al teléfono.
Detrás de la ventanilla una se
siente olvidada e invisible, los cientos de alumnos pasan por delante tan
absortos en sus cosas que ni siquiera perciben tu presencia.
Pero la chica de los ojos serenos
siempre dice hola.
Tendré que decirle a mi Mariela
que, igual, podrían ser amigas.
(cuco,
ResponderEliminarpensar estas cosas es mi especialidad cada vez que no gano un concurso :)